Federico Chilián Orduña
Si buscamos Pepe Momoxpan en Google nos vamos a encontrar con todas las noticias que dan cuenta de la agresión que sufrió este legislador poblano, cuyo verdadero nombre es José Manuel Benigno Pérez Vega, a manos de policías y civiles del municipio de Tlacotepec de “Porfirio Díaz”. Podría decirse que con esto le hicieron honor al dictador, a quien se atribuye la frase “mátalos en caliente”; todo ello, sólo por querer apoyar al regidor de grupos vulnerables de aquel municipio, Guillermo Berlín Rivera, a quien no le pagaban su sueldo desde hace seis meses.
Hay en la entidad poblana otro Tlacotepec, pero de “Benito Juárez”; se encuentra a dos horas de la capital, cerca de Tecamachalco, y no padece la marginación del otro que, asentado en el corazón de la Sierra Negra, es testimonio fehaciente del olvido de los gobiernos de la “revolución” y también de los de la reacción.
Pepe Momoxpan, con las huellas de los golpes en pleno rostro y en la “máxima tribuna del Estado Libre y Soberano de Puebla”, mencionó al secretario de desarrollo social, Javier López Zavala, y al gobernador Mario Marín Torres, como los principales inspiradores del clima de intimidación e inseguridad que padecen los poblanos, en especial de los ciudadanos que se atreven a disentir de las disposiciones del gobierno, pero se cuidó de no atribuirles la directa responsabilidad de los hechos, y se limitó a señalar al Presidente Municipal, Esteban Gorgonio Merino Mendoza, a su hijo Antonio Merino González, a Honorato de los Santos y al hermano de éste, como los “autores intelectuales” de la agresión que sufrió él junto con sus colaboradores Rafael García Salas y Hervey Rivera González. A juicio de muchos se quedó corto el diputado y perdió la gran oportunidad de sentar en el banquillo de los acusados al ejecutivo del estado. Se limitó a demandar la destitución del edil y a señalar a su colega del PRI en el distrito de Ajalpan como protector del cacique, nada más.
Incluso, en la sede del SUNTUAP, Pepe Momoxpan generó cierta decepción entre quienes escucharon su relato de cómo se dio la represión, al afirmar que “ya no era un chamaco de dieciocho años para andar acusando a gobernadores sin tener las pruebas correspondientes”; alguien más dijo: “es su mujer, una norteamericana, la que influyó para que no señalara directamente al gober precioso”. Conjeturas de quien sabe que en nuestro sistema político no se reprime a la oposición sin el previo consentimiento del primer mandatario en turno.
De todos modos, en el Partido del Trabajo ha surgido un grupo de adherentes de Pepe Momoxpan que lo ubican como el candidato “idóneo” para enfrentar al PRI y al PAN en las elecciones para gobernador del 2012, en las que probablemente López Zavala sea el abanderado del tricolor y el ex priísta Rafael Moreno Valle sea del blanquiazul. Este último parece tener amarrada la candidatura del partido de Felipe Calderón, no así el anterior que todavía la tiene que disputar con el ex presidente municipal Enrique Doger Guerrero, quien goza de la simpatía de Porfirio Muñoz Ledo (siempre en primera fila durante sus tres informes), y es propietario, vía interpósitas personas, del diario matutino Cambio, al frente del cual figura su ex secretario en el ayuntamiento, Ignacio Mier Velasco.
Otros priístas que también la buscan son: Jesús Morales Flores, hermano del ex gobernador Melquiades; Víctor Hugo Islas Hernández, quien la busca por tercera ocasión; Alberto Jiménez Merino, quien se mueve haciendo gala de extrema discreción, y la alcaldesa Blanca Alcalá Ruiz, quien pudiera ser lanzada a la palestra ante el desgaste de quienes se la están peleando con todo.
En tal escenario, la izquierda que figura en los partidos que forman el Frente Amplio Progresista, PT, PRD y Convergencia, podría considerar al diputado Pepe Momoxpan como el mejor posicionado para representarla, en cuyo caso se abriría la posibilidad de convertirse en sucesor del actual ocupante de Casa Puebla.
Mientras tanto, la impunidad en Puebla sigue siendo la constante. El grupo compacto que rodea al gobernador –la llamada “burbuja marinista”– actúa sin consultar al jefe. Cada uno de los hombres de confianza del hombre a quien Kamel Nacif llamó “mi gober precioso” hace lo que se le antoja, y cualquier poblano lo dice sin titubear: enriquecerse con los recursos del erario. ¿Habrá quien lo dude?
Hay en la entidad poblana otro Tlacotepec, pero de “Benito Juárez”; se encuentra a dos horas de la capital, cerca de Tecamachalco, y no padece la marginación del otro que, asentado en el corazón de la Sierra Negra, es testimonio fehaciente del olvido de los gobiernos de la “revolución” y también de los de la reacción.
Pepe Momoxpan, con las huellas de los golpes en pleno rostro y en la “máxima tribuna del Estado Libre y Soberano de Puebla”, mencionó al secretario de desarrollo social, Javier López Zavala, y al gobernador Mario Marín Torres, como los principales inspiradores del clima de intimidación e inseguridad que padecen los poblanos, en especial de los ciudadanos que se atreven a disentir de las disposiciones del gobierno, pero se cuidó de no atribuirles la directa responsabilidad de los hechos, y se limitó a señalar al Presidente Municipal, Esteban Gorgonio Merino Mendoza, a su hijo Antonio Merino González, a Honorato de los Santos y al hermano de éste, como los “autores intelectuales” de la agresión que sufrió él junto con sus colaboradores Rafael García Salas y Hervey Rivera González. A juicio de muchos se quedó corto el diputado y perdió la gran oportunidad de sentar en el banquillo de los acusados al ejecutivo del estado. Se limitó a demandar la destitución del edil y a señalar a su colega del PRI en el distrito de Ajalpan como protector del cacique, nada más.
Incluso, en la sede del SUNTUAP, Pepe Momoxpan generó cierta decepción entre quienes escucharon su relato de cómo se dio la represión, al afirmar que “ya no era un chamaco de dieciocho años para andar acusando a gobernadores sin tener las pruebas correspondientes”; alguien más dijo: “es su mujer, una norteamericana, la que influyó para que no señalara directamente al gober precioso”. Conjeturas de quien sabe que en nuestro sistema político no se reprime a la oposición sin el previo consentimiento del primer mandatario en turno.
De todos modos, en el Partido del Trabajo ha surgido un grupo de adherentes de Pepe Momoxpan que lo ubican como el candidato “idóneo” para enfrentar al PRI y al PAN en las elecciones para gobernador del 2012, en las que probablemente López Zavala sea el abanderado del tricolor y el ex priísta Rafael Moreno Valle sea del blanquiazul. Este último parece tener amarrada la candidatura del partido de Felipe Calderón, no así el anterior que todavía la tiene que disputar con el ex presidente municipal Enrique Doger Guerrero, quien goza de la simpatía de Porfirio Muñoz Ledo (siempre en primera fila durante sus tres informes), y es propietario, vía interpósitas personas, del diario matutino Cambio, al frente del cual figura su ex secretario en el ayuntamiento, Ignacio Mier Velasco.
Otros priístas que también la buscan son: Jesús Morales Flores, hermano del ex gobernador Melquiades; Víctor Hugo Islas Hernández, quien la busca por tercera ocasión; Alberto Jiménez Merino, quien se mueve haciendo gala de extrema discreción, y la alcaldesa Blanca Alcalá Ruiz, quien pudiera ser lanzada a la palestra ante el desgaste de quienes se la están peleando con todo.
En tal escenario, la izquierda que figura en los partidos que forman el Frente Amplio Progresista, PT, PRD y Convergencia, podría considerar al diputado Pepe Momoxpan como el mejor posicionado para representarla, en cuyo caso se abriría la posibilidad de convertirse en sucesor del actual ocupante de Casa Puebla.
Mientras tanto, la impunidad en Puebla sigue siendo la constante. El grupo compacto que rodea al gobernador –la llamada “burbuja marinista”– actúa sin consultar al jefe. Cada uno de los hombres de confianza del hombre a quien Kamel Nacif llamó “mi gober precioso” hace lo que se le antoja, y cualquier poblano lo dice sin titubear: enriquecerse con los recursos del erario. ¿Habrá quien lo dude?
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