Carlos Garrido Vargas
A dos años de conmemorar el Bicentenario de la Independencia de México resulta interesante y fundamental analizar y reescribir algunos pasajes de la historia de nuestro país y de sus personajes. En este contexto, una de las figuras más destacadas de los primeros años del movimiento independentista resulta ser, sin lugar a dudas, José María Morelos y Pavón. Durante muchos años, Miguel Hidalgo y Costilla, el llamado padre de la patria, ha sido el personaje principal a quien se le atribuye la paternidad de la independencia. Si bien es cierto que él, junto con otros insurgentes, dio inicio al movimiento independentista de México, también lo es Morelos, quien tenía una idea más definida y estructurada de lo que debería ser la patria. Con ello no busco demeritar las acciones llevadas acabo por Hidalgo, más bien, mi intención es revalorizar la figura de Morelos, quien ha permanecido tras la sombra del padre de la patria.
Un ejemplo claro del proyecto de nación que tenía Morelos se revela en los Sentimientos de la Nación (1813). Ahí podemos leer, en su artículo primero, “Que la América es libre e independiente de España y de toda otra nación, gobierno o monarquía, y que así se sancione, dando al mundo las razones”, dejando claro que se buscaba la independencia. Otros artículos interesantes de este texto son los referentes a los diezmos, la soberanía, la reforma del gobierno, la abolición de la esclavitud y de la tortura, el cobro de tributos y la reivindicación de Hidalgo. Sobre la soberanía Morelos nos dice, en su artículo quinto, que: “La soberanía dimana inmediatamente del pueblo, el que sólo quiere depositarla en sus representantes dividiendo los poderes de ella en legislativo, ejecutivo y judiciario, eligiendo las Provincias sus vocales, y éstos a los demás, que deben ser sujetos sabios y de probidad”, de esta idea podemos destacar la claridad que tenía Morelos acerca de la conformación del estado, posiblemente influido por la ilustración europea y autores como Rousseau. Asimismo destaca, en el artículo decimoprimero, la importancia de la reestructuración del gobierno ya que “…la patria no será del todo libre y nuestra, mientras no se reforme el gobierno, abatiendo al tiránico, sustituyendo el liberal y echando fuera de nuestro suelo al enemigo español que tanto se ha declarado contra esta Nación”.
Entre los razonamientos que Morelos hace, referente a la causa independentista, encontramos el del 2 de noviembre de 1813 en el que asegura que “Somos libres por la gracia de Dios e independientes de la soberbia tiranía española, que con sus Cortes extraordinarias, y muy extraordinarias, y muy fuera de razón, quieren continuar el monopolio con las continuas metamorfosis de su gobierno, concediendo la capacidad de Constitución que poco antes negaba a los americanos, definiéndolos como brutos de la sociedad.” ; así como la advertencia a los criollos que andan con tropas de los gachupines (1812) mencionando que “Ya no hay España, porque el francés está apoderada de ella, ya no hay Fernando VII porque o él se quiso ir a su casa de Borbón a Francia y entonces no estamos obligados a reconocerlo por Rey, o lo llevaron a fuerza y entonces ya no existe: y aunque estuviera, a un Reino conquistado le es lícito reconquistarse y aun Reino obediente le es lícito no obedecer a un Rey, cuando es gravoso en sus leyes, que se hacen insoportables como las que de día en día nos iban recargando en este Reino los malditos gachupines advitristas. ¡Ah! Malandrines destructores del mejor Reino.”
Morelos no sólo era un gran estadista, sino también un estratega indiscutible ya que se desenvolvía “…atendiendo las lecciones inapreciables de la geografía. Al proyectar sus itinerarios, sus avances y retrocesos, lleva en la mente, antes que otra cosa, el mapa del país: las rutas naturales que le conviene seguir, los vados de los ríos que debe cruzar, los poblados de confianza y los que, por peligrosos, hay que evitar, las zonas de despensa garantizada y las de ‘tierras flacas’…”. Este conocimiento de la geografía pudo deberse a su labor de arriero, permitiéndole conocer caminos y veredas, ríos y montañas, además de su capacidad para organizar ejércitos y planear batallas. A diferencia de Hidalgo, Morelos “…se negó a conducir muchedumbres caóticas e indisciplinadas, cuya eficacia, en combates formales y frontales, era mínima cuando no nula. En sus reclutamientos, Morelos procuraba seleccionar a los más aptos; los distribuía en cuerpos sujetos a riguroso control; los dotaba de armas efectivas, como fusiles, sables y machetes, y les exigía un mínimo de instrucción militar. Redactó unas sencillas pero sensatas ‘ordenanzas’ y sus libros de intendencia eran modelos de orden, claridad y experiencia administrativa”.
Volviendo a la cuestión política, Morelos expidió una convocatoria para integrar el Congreso Constituyente (1813), uno de los primeros, con sede en Chilpancingo, del cual resultaría, en un principio, el Acta de Independencia, dada en el Palacio Nacional de Chilpancingo el 6 de noviembre de 1813. En ésta se señala que el Congreso de Anáhuac está legítimamente instalado y declara “…que por las presentes circunstancias de la Europa ha recobrado el ejercicio de su soberanía usurpado; que en tal concepto queda rota para siempre jamás y disuelta la dependencia del trono español; que es árbitra para establecer las leyes que convenga para el mejor arreglo y felicidad interior; para hacer la guerra y la paz, y establecer alianzas con los monarcas y repúblicas del antiguo continente…”. La promulgación de la Constitución de Apatzingán el 22 de octubre de 1814, primera constitución de México, sentaría las bases del primer código político que intentaría regir los destinos del México independiente. En ella se integrarían algunas de las ideas ya expresadas por Morelos en sus Sentimientos de la Nación, quien habría de ser fusilado el 22 de diciembre de 1815 en Ecatepec (estado de México). Su muerte no lograría borrar sus ideas y pensamientos, ni el respeto, ni su reconocimiento como el Siervo de la Nación. La muerte no se llevó sus ideales de independencia, igualdad, justicia, democracia; ideas que podemos ver plasmadas en sus escritos; las cuales seguimos en espera de que sean cumplidas.
Un ejemplo claro del proyecto de nación que tenía Morelos se revela en los Sentimientos de la Nación (1813). Ahí podemos leer, en su artículo primero, “Que la América es libre e independiente de España y de toda otra nación, gobierno o monarquía, y que así se sancione, dando al mundo las razones”, dejando claro que se buscaba la independencia. Otros artículos interesantes de este texto son los referentes a los diezmos, la soberanía, la reforma del gobierno, la abolición de la esclavitud y de la tortura, el cobro de tributos y la reivindicación de Hidalgo. Sobre la soberanía Morelos nos dice, en su artículo quinto, que: “La soberanía dimana inmediatamente del pueblo, el que sólo quiere depositarla en sus representantes dividiendo los poderes de ella en legislativo, ejecutivo y judiciario, eligiendo las Provincias sus vocales, y éstos a los demás, que deben ser sujetos sabios y de probidad”, de esta idea podemos destacar la claridad que tenía Morelos acerca de la conformación del estado, posiblemente influido por la ilustración europea y autores como Rousseau. Asimismo destaca, en el artículo decimoprimero, la importancia de la reestructuración del gobierno ya que “…la patria no será del todo libre y nuestra, mientras no se reforme el gobierno, abatiendo al tiránico, sustituyendo el liberal y echando fuera de nuestro suelo al enemigo español que tanto se ha declarado contra esta Nación”.
Entre los razonamientos que Morelos hace, referente a la causa independentista, encontramos el del 2 de noviembre de 1813 en el que asegura que “Somos libres por la gracia de Dios e independientes de la soberbia tiranía española, que con sus Cortes extraordinarias, y muy extraordinarias, y muy fuera de razón, quieren continuar el monopolio con las continuas metamorfosis de su gobierno, concediendo la capacidad de Constitución que poco antes negaba a los americanos, definiéndolos como brutos de la sociedad.” ; así como la advertencia a los criollos que andan con tropas de los gachupines (1812) mencionando que “Ya no hay España, porque el francés está apoderada de ella, ya no hay Fernando VII porque o él se quiso ir a su casa de Borbón a Francia y entonces no estamos obligados a reconocerlo por Rey, o lo llevaron a fuerza y entonces ya no existe: y aunque estuviera, a un Reino conquistado le es lícito reconquistarse y aun Reino obediente le es lícito no obedecer a un Rey, cuando es gravoso en sus leyes, que se hacen insoportables como las que de día en día nos iban recargando en este Reino los malditos gachupines advitristas. ¡Ah! Malandrines destructores del mejor Reino.”
Morelos no sólo era un gran estadista, sino también un estratega indiscutible ya que se desenvolvía “…atendiendo las lecciones inapreciables de la geografía. Al proyectar sus itinerarios, sus avances y retrocesos, lleva en la mente, antes que otra cosa, el mapa del país: las rutas naturales que le conviene seguir, los vados de los ríos que debe cruzar, los poblados de confianza y los que, por peligrosos, hay que evitar, las zonas de despensa garantizada y las de ‘tierras flacas’…”. Este conocimiento de la geografía pudo deberse a su labor de arriero, permitiéndole conocer caminos y veredas, ríos y montañas, además de su capacidad para organizar ejércitos y planear batallas. A diferencia de Hidalgo, Morelos “…se negó a conducir muchedumbres caóticas e indisciplinadas, cuya eficacia, en combates formales y frontales, era mínima cuando no nula. En sus reclutamientos, Morelos procuraba seleccionar a los más aptos; los distribuía en cuerpos sujetos a riguroso control; los dotaba de armas efectivas, como fusiles, sables y machetes, y les exigía un mínimo de instrucción militar. Redactó unas sencillas pero sensatas ‘ordenanzas’ y sus libros de intendencia eran modelos de orden, claridad y experiencia administrativa”.
Volviendo a la cuestión política, Morelos expidió una convocatoria para integrar el Congreso Constituyente (1813), uno de los primeros, con sede en Chilpancingo, del cual resultaría, en un principio, el Acta de Independencia, dada en el Palacio Nacional de Chilpancingo el 6 de noviembre de 1813. En ésta se señala que el Congreso de Anáhuac está legítimamente instalado y declara “…que por las presentes circunstancias de la Europa ha recobrado el ejercicio de su soberanía usurpado; que en tal concepto queda rota para siempre jamás y disuelta la dependencia del trono español; que es árbitra para establecer las leyes que convenga para el mejor arreglo y felicidad interior; para hacer la guerra y la paz, y establecer alianzas con los monarcas y repúblicas del antiguo continente…”. La promulgación de la Constitución de Apatzingán el 22 de octubre de 1814, primera constitución de México, sentaría las bases del primer código político que intentaría regir los destinos del México independiente. En ella se integrarían algunas de las ideas ya expresadas por Morelos en sus Sentimientos de la Nación, quien habría de ser fusilado el 22 de diciembre de 1815 en Ecatepec (estado de México). Su muerte no lograría borrar sus ideas y pensamientos, ni el respeto, ni su reconocimiento como el Siervo de la Nación. La muerte no se llevó sus ideales de independencia, igualdad, justicia, democracia; ideas que podemos ver plasmadas en sus escritos; las cuales seguimos en espera de que sean cumplidas.
0 comentarios:
Publicar un comentario